26 de Noviembre 2006

in memoriam

Estaba sentada, distraída, viendo el ir y venir de los coches de la gasolinera de enfrente. Otro autobús llega a la parada y borra momentáneamente de mi vista el improvisado pasatiempo. Ruido de motores, arranca; se va. Sigo con lo mío. Otra sombra se extiende por la avenida, el enorme vehículo la persigue hasta volverse a colocar delante de mí. Si estiro el cuello puedo seguir viendo a través de las ventanas los coches que están repostando, pero no son ellos los que esta vez llaman mi atención.
Una chica delgada de unos 15 o 16 años está de pie, apoyada en la puerta trasera del bus. Me mira incrédula a través de los cristales. Frunzo el ceño ¿La conozco? Se acerca más al cristal, apoya la mano en la puerta para evitar que ésta la golpee al abrirse, y es entonces cuando advierto la fuerza de sus enormes ojos verdes abofeteándome la cara. Debo reconocer, que aunque el impacto fue brutal, no perseguían agredirme, sólo buscaban que reaccionara.
Desconozco si alguien, además de ella, se percató; pero debí perder hasta el color. Las rodillas me temblaron. Recordé de golpe, lo que había tratado de olvidar tantas veces.
Era ella, era mi niña. Y digo bien; “era” porque de niña ya tenía poco, y porque fue mía sí, pero ya no.
La chica del bus había conseguido que mi mirada se encontrara con la suya, pero aún dudaba - ¿Cuánto tiempo debía haber pasado? ¿Seis años, quizá? ¿Cuántos tendría ella entonces, nueve?
Asentí con la cabeza - Sí - le dije en silencio - Soy yo. Y esbozó una sonrisa. Puede que se la provocara el recuerdo de los momentos que pasamos juntas; las historias de brujas, los deberes de inglés, el ritual de la merienda, los cuentos que le contaba mientras se acurrucaba en mi regazo, esas cartas interminables de deseos que me escribía y que acababan siempre con: “Josep no me cae bien” ( Josep era mi pareja entonces, y ella estaba terriblemente celosa porque temía que me llevara a Barcelona con él) y un “no quiero que te mueras nunca” (inocente... entonces creía que sólo la muerte podría separarla de mí, como si los vivos no fueran mucho más peligrosos).
Sí, ella esbozó una sonrisa, y yo sólo pude bajar la vista avergonzada, porque aún me duelen sus llantos cuando preguntaba por qué no podía llevármela conmigo.
La dejé sola, y es algo que aunque sé que fue inevitable, lo llevaré siempre en mi conciencia. No tanto por el hecho en sí de dejarla, porque poco en las condiciones en que nos encontrábamos podría haber hecho por ella, sino porque ella creía en mí, y yo le fallé. Y ni siquiera tuve la oportunidad de explicarle por qué.
“Intentas salvarlos a todos... pero no puedes” me dijo alguien no hace tanto a raíz de explicarle que estaba estudiando Educación Especial. Me indigné. No juego a ser Dios, yo no soy quién para salvar a nadie...
Las puertas del autobús volvieron a cerrarse. El brillo de la excitación chispeaba aún en sus ojos, sé que también en los míos.
A medida que el bus se alejaba acerqué mi mano a la oreja – llámame- susurré- y ella asintió.
Sé que no lo hará.
No, no estaba en mi mano salvarla, pero si tan sólo me hubieran dejado ayudarla...

Escrito por Turandot a las 3:54 PM | Comentarios (11)

19 de Noviembre 2006

...

No, no es tristeza. Es miedo.

Escrito por Turandot a las 11:35 AM | Comentarios (13)

11 de Noviembre 2006

de leyenda

Hacía tiempo que buscaba el recipiente adecuado, pero no lograba encontrarlo; ninguno me parecía lo suficientemente digno como para albergar semejante tesoro. Contemplé la idea de custodiarlo en alguno de mis exquisitos perfumeros egipcios, o quizá en una de mis cajas de madera; pero ni las decoradas con fina marquetería, ni las labradas en robusto roble me parecieron adecuadas, ni las de porcelana, tampoco las de mármol, ni los cofrecillos medievales cuajados de gemas semipreciosas se me antojaron indicados para su perfecta conservación... Hasta que un día, rendidas ya mis ansias, y cuando no creía poder hallar ya recipiente alguno para conservar lo incontenible, sin pretenderlo; llegó hasta mis manos.

rayodeluna.JPG


¿A que parece vacío?
Pues no, no lo está. Ahí es donde descansará para siempre... mi rayo de luna.

10 de Noviembre 2006

La Catedral del Mar

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Ea Letras, ahí lo tienes, ansiosa!
Pues sí, éste es el libro que encontré. Ahí, justo ahí.
Y como amante, bueno... se me está haciendo corto, intenso, pero corto. Se aceptan sugerencias para nuevos escarceos literarios ;)

Escrito por Turandot a las 2:21 PM | Comentarios (5)