- ¡Soy una tarta de fresa! ¡Soy una tarta de fresa!
Fue lo último que se escuchó de la pobre Darsy antes de que ésta se lanzara al vacio desde su casita del árbol en la tranquila localidad de Cabot Cove.
Días antes, su compañera de juegos Mary Peggy Sue Parker, había corrido la misma suerte cuando imbuída por el espíritu de La Sirenita ( The Little Mermaid, en murciano) saltaba a su piscina de medidas olímpicas cambiando sus manguitos de las Bratz por el enano de jardín que decoraba su mansión de Malibú.
- Hache. ¿No hueles algo raro?
- Es mi laca de pelo, Eric.
- No, no es eso, huele a infusión.
- Tienes razón, Eric. Ya sabes lo que hay que hacer.
El vibrador del movil sacudió el cinturón del teniente.
- Teniente Cane.
- Soy Calleigh, estoy cotejando las marcas que dejan los enanos al caerse en la piscina.
- ¿Tenemos algo?
- Como me temía, Horatio, los enanos no flotan.
- Ya casi lo tenemos.
Después de haber llenado todas y cada una de las paredes de la casita del árbol con polvos pica-pica algo llamó la atención del detective. Pasó el haz de luz ultravioleta o ultraviolado y no puedo ahogar un grito de terror.
- ¡Ahhhhh!
- Buenas tardes, joven- saludó amablemente la señora Fletcher asiendo una taza de loza con motivos provenzales ¿una taza de té? Hoy es el día de mi no cumpleaños.
- Por el amor de Dios, Eric, saca a la abuela del escenario del crimen.
- Yo sólo vine a visitar a un viejo amigo- respondió con dulzura Jessica.
- Bien, entonces no tendrá inconveniente en que le hagamos algunas preguntas. ¿Es esta la ropa que llevaba el día del asesinato?
- Pues no.
- Está bien, deme sus zapatos.
El análisis exhaustivo de las suelas de los zapatos de la señorita Fletcher mostraron rastros de pequeñas ladillas luminosas que habitan frecuentemente en las zonas de enterramiento de los indios Arapahoe que casaban con las bandas de rodaje del Todoterreno rosa/fucsia de la madre de Darsy en la guantera del cual hallaron los botecitos de barbitúricos vacios que el Dr Seth Hazlitt prescribiera a Darsy y Mery Peggy Sue Parker ( Sue por parte de padre, Parker por parte de madre) hacía meses cuando presenciaron el trágico accidente de la pequeña Betsy.
La ingesta masiva de sedantes, junto a los gases exhalados por las ladillas luminosas en época de celo, produjeron el shock hipoglucémico que propició las alucinaciones en las niñas, y que la señora Fletcher volviera descalza a casa.
- Mañana será otro día. Buen trabajo, muchachos.
- Mañana a las ocho, ¿Hache?
- Mañana a las ocho, Eric.
- Mañana a las ocho, ¿Hache?
- Mañana a las ocho, choch... digo... Calleigh.
Pd: Después de la dura jornada de trabajo H quedó con la encantadora psicóloga Sonia Shepherd Saws en un romántico hotelito de la costa oeste donde practicaron sexo de manera salvaje y descontrolada durante horas, qué digo yo ¿horas?, durante ¡días!. FIN.
La más dulce herejía recibida
que puedan conocer hombre o mujer,
es la conversión del uno al otro...
aunque la fe tuviera sitio para dos.
Las iglesias son tan corrientes,
los ritos tan pequeños,
la Gracia tan inevitable,
fracasar... es infiel.
Emily Dickinson (1830-1886)