Ojalá pudiéramos parar el tiempo, volver atrás y cambiar nuestros actos. Ojalá pudiéramos dormir y despertar en el pasado que nos mantenía ingenuos. Pero no es posible. Nada cambia, y cada uno es amo y señor de sus actos, y cómo no, de sus consecuencias.
Miro atrás, y sólo veo despojos, cadáveres de lo que fue y dejó de ser para siempre.
Desconozco cuánto habré de morar en este cementerio, sólo sé que es ineludible y que de nuevo; habré de recorrer el camino sola.
Tu voz y la mía se diluyen en discreto contrapunto. Ni me oyes ni te oigo, ya no estamos.