Hace seis meses que algo cambió en mi vida.
No fue un cambio drástico ni significativo en ese momento, lo reconozco. Después de uno de los mayores fracasos en mi vida sentimental, me había negado una y otra vez la oportunidad de conocer a otra persona. ¿Para qué? Me preguntaba. ¿Para caer una vez más en la misma piedra? Así que ante cualquier viso de una amistad que iba hacia algo más allá, o cualquier agente masculino que osara inmiscuirse en mi espacio vital vetado a segundos; ponía tierra de por medio ( y quien dice tierra dice cortes de manga, que una es muy diplomática hasta que le tocan la moral). En fin, que aún me pregunto qué hizo que le diera la oportunidad de entrar en mi vida. Quizá fue que lo hizo casi sin que me diera cuenta, como si no fuera con él el tema. No intentó deslumbrarme con su dialéctica, ni me avasalló con piropos y zalamerías, que es como había caído siempre mi feudo, tampoco me colmó a regalos, la cosa era simple; había dejado su trabajo hacía poco y no estaba para lujos. Por primera vez no me entregaba su tarjeta de presentación un príncipe azul, si no un hombre normal y corriente; así que no me ofrecía oro y brillantes, ni castillos encantados en las nubes. Aún hoy mientras me abraza me confiesa que no tiene nada que ofrecerme, y siempre le llamo bobo ¿Cuándo entenderá que es así que sé que es a él a quien quiero? Que es precisamente ese abrazo el que no tiene precio o ese beso que posa en mis labios cuando me deja dormida en la cama para irse de madrugada a trabajar. Que no cambiaría por los más puros rubíes ese colgante de cristal rojo que me compró en el mercadillo. Que no existe mejor gargantilla que su boca desatada en mi cuello, ni mejores brazaletes que la firmeza de sus manos cuando me sujeta con fuerza y me atrae hacia él, que es su frente perlada en sudor la que me corona en esas noches interminables en que hasta la luna se ruboriza de la pasión con que me hace el amor...
Por eso, hoy que hace 6 meses que salimos juntos me gustaría decirle que le quiero con locura, y que si me lo permite, me gustaría pasar a su lado el resto de mi vida no sólo por que con él me siento afortunadísima, si no para dedicarme a hacerle feliz en todo lo que esté en mi mano, porque creo firmemente que así lo merece.